"CAPITULO 1"
_____ Madison se
puso a buscar las llaves del coche en el aparcamiento de los juzgados. Buscó
por todo el bolso. Apareció un recibo que hacía tiempo que buscaba y varias
anotaciones del caso en el que estaba trabajando, pero no las llaves.
Estaban a finales de marzo en Los
Angeles, California, había llovido y helado y las aceras estaban cubiertas de
una capa de hielo que hacía muy peligroso andar por ellas, sobre todo para una
mujer embarazada de ocho meses.
_____ oyó un pitido y un
chirrido de ruedas sobre el asfalto también helado. Más pitidos e,
inevitablemente, un choque. La gente no sabía conducir cuando llovía o nevaba.
En Chicago, de donde era ella, la gente no se dejaba achantar por la nieve y
las temperaturas bajo cero. Se abrigaban y seguían haciendo su vida normal, no
como allí, que cerraban los colegios cuando amenazaba tormenta.
A pesar de eso,
le gustaba Los Angeles, sus entornos y su gente. Lo que más le gustaba, de
hecho, era la gente. Se tocó la tripa y sonrió.
—Tres
semanas, cariño, y podrás ver lo sorprendente e interesante que es el mundo.
Sacó
el teléfono y llamó a la policía para dar cuenta del accidente, en el que ya
estaban implicados cuatro coches más. Comunicaba. Debía de estar llamando toda
la ciudad para informar sobre todo tipo de incidentes.
¿Y
dónde estarían sus llaves?
Se
tapó bien la cabeza con la capucha y siguió buscándolas. De repente y por
casualidad, las vio puestas en el contacto. Intentó abrir la puerta aunque
sabía que era inútil. Cerrada.
Aquello
no terminó con su buen humor. Le apetecía saltar, bailar y cantar. Estaba
pictórica, como si pudiera correr la maratón y pintar la cocina, todo seguido.
Volvió
a entrar en los juzgados para ver si estaba Albert Redhawk, el encantador bedel
que solía abrir las puertas de los coches con una horquilla. Ya le había pasado
más de una vez siete meses atrás, antes de irse de la ciudad.
El edificio
estaba vacío. Los electricistas y los pintores que lo estaban arreglando tras
el incendio que había sufrido en su ausencia no estaban. Todas las puertas
que intentó abrir estaban cerradas.
Albert no estaba por ninguna
parte. Le iba a tocar ir andando a casa, que estaba a un par de kilómetros de
allí. Decidió ir primero al baño.
Al doblar una esquina, se dio
de bruces contra Tom Kaulitz, el juez más joven del Condado Comanche.
—Tranquila
—dijo él agarrándola para que no se cayera.
_____
dio un paso atrás sin sonreír.
—Creí
que no había nadie más en el edificio.
—Pues
no. Estamos Albert, usted y yo.
Como
de costumbre, la expresión implacable de aquel hombre era para ponerse de los
nervios.
—¿Sabe
dónde está Albert?
—En
el cuarto de calderas, supongo. ¿Por qué?
A _____
le pareció ver un brillo de disgusto en aquellos ojos marrones.
—No,
por nada.
El
juez la miró muy serio. _____ se controló para no suspirar. Tenía Veinticinco años
y sus rasgos faciales evidenciaban su descendencia indígena. Las mujeres se
volvían locas por él. A _____ no le caía bien, pero, como trabajaba para un
bufete de abogados, lo veía continuamente.
—Disculpe, pero tengo que... eh... —dijo
pasando a su lado y metiéndose en el baño.
Tom
Kaulitz suspiró por la nariz. Su hermana
le solía decir que, cuando lo hacía, parecía un búfalo.
Dio
unos cuantos pasos hacia el ascensor, se paró y se dio la vuelta. Miró por la
ventana y vio siete coches estrellados, la calle bloqueada y la salida del
aparcamiento taponada. Como no parecía que fuese a poder irse ya, decidió
acompañar a _____ Madison hasta su coche.
Sabía
que no se lo iba a agradecer.
No
le caía bien.
A él
no le importaba. Cuando se enteró de que volvía a Los Angeles no le había hecho
mucha gracia. Había algo en aquella mujer que lo enervaba. Se la había
encontrado unas cuantas veces por los pasillos en aquellas semanas. Tres veces,
para ser exactos. Había sido educada, eso
no lo podía negar, pero nada más. La verdad era que se le iban los ojos
detrás de ella sin que se diera cuenta. En realidad, se alegraba de _____
mantuviera las distancias con él.
No era su tipo.
Gracias a Dios. No era que no le gustara su pelo ondulado y castaño y sus ojos
verdes, aunque lo que sí estaba claro era que debería estar prohibido tener
unos labios tan carnosos y apetecibles. Le habían dicho que se acababa de
divorciar. Lo que era evidente era que estaba más que embarazada. Por si eso no
fuera suficiente, siempre creía en la inocencia de las personas que defendía. A
Tom no le gustaban las mujeres ingenuas y no se podía permitir el lujo de que
le interesara una con pasado turbio. A pesar de los tiempos que corrían, tener
algo con una mujer divorciada y embarazada no le vendría nada bien a un juez que
pretendía llegar al Supremo de California.
No sabía por qué no le caía
bien a _____, pero el hecho era que no le caía bien. Eso no significaba que
pudiera dejarla sola en mitad de una tormenta de nieve.
Deseó poderse quitar la
corbata y desabrocharse el primer botón de la camisa. Miró el reloj y esperó.
Hacía cada vez más viento. El edificio estaba en silencio.
Volvió a mirar el reloj.
Se puso a recorrer el pasillo.
Volvió a mirar la hora. Habían pasado quince minutos. ¿Qué estaría haciendo?
Con el ejemplo de su madre y
de su hermana pequeña, sabía que una mujer podía tardar una eternidad en salir
del baño porque siempre había cremas y maquillajes que ponerse. Escuchó a ver
si oía algo.
Nada.
Aquello le olía mal. Llamó a
la puerta con fuerza.
Nada.
Volvió
a intentarlo sin resultado.
—¿_____?
Nada.
—¡_____!
—gritó.
—Sí...
Por
fin. Sin embargo, le contestó en un hilo de voz.
—¿Está bien?
—No...
Me parece que no.
Tom
abrió la puerta lo justo para asomar la nariz. Al verla en el suelo con la cara
colorada, entró corriendo.
—¿Qué
le pasa?
—El
niño. Creo que va a nacer.
—¡Cree
que va a nacer! ¿Ahora? ¿Aquí? — exclamó él nervioso.
_____
intentó ponerse de lado para levantarse.
—No
se mueva.
_____
respiró con dificultad.
—Me
dolía un poco la espalda, las lumbares, y de repente me he doblado por la mitad
del dolor y he roto aguas. Tengo contracciones todo el rato, cada veinte o
treinta segundos. Según lo que me han explicado en las clases de preparación
al parto, eso quiere decir que estoy a punto de dar a luz. Se supone que el
primer parto tarda horas, incluso días. Días —le explicó mojándose los labios.
—Así
que se ha caído al suelo del dolor y va a dar a luz. ¿Por qué no me ha llamado?
_____ tenía los ojos cerrados
y le costaba respirar.
—Porque...
no sabía... que estaba... seguía ahí.
Tomó
aire y se relajó un poco.
—¿Por
qué estaba ahí?
—Buena
pregunta —contestó él alegrándose, sin embargo, de haberse quedado. Al ver el
móvil de _____ en el suelo, lo agarró—. ¿Por qué no ha llamado a una
ambulancia?
—Lo
he intentado, ¿sabe? ¿Por qué es usted tan desagradable?
No
era desagradable, solo serio. Bueno, tal vez, un poco desagradable. Marcó el
número. Ocupado.
—Maldita
sea.
—Si no le importa, no diga
palabras malsonantes delante de mi hijo —le pidió consiguiendo sentarse
contra la pared.
Tom se dio cuenta de que le
había costado un enorme esfuerzo. Aquello debía de doler. Se estaba poniendo
cada vez más pálida y él no sabía qué demonios hacer.
Se puso en pie y comenzó a
pasearse por el baño mientras _____ jadeaba. Se mordió la lengua para no decir
más palabrotas. Era juez del Condado Comanche y no debía hacerlo.
¿Qué iba a hacer?
Se
miró en el espejo. Sus ojos oscuros se entornaron. De repente, sintió una
sensación de calma. Comenzó en sus
párpados, le bajó por la garganta y se extendió por todo su cuerpo.
—¿Puede andar? —le preguntó.
_____ tragó con dificultad y
asintió. Intentó levantarse, pero no pudo y gimió de dolor.
Tom se lavó y se secó las
manos. Se arrodilló junto a ella.
—La
voy a levantar. Dígame si la hago daño.
—Si
me ayuda a levantarme... a lo mejor puedo andar.
Sí,
pero no era fácil. Para empezar, no sabía de dónde agarrarla. No había mucho
sitio libre entre sus pechos y la tripa. Terminó pasándole el brazo por la
espalda. _____ se agarró a su otro brazo. Con fuerza. Era una mujer fuerte y lo
demostró poniéndose en pie. Se apoyó en los lavabos.
—Bueno,
vamos allá —resopló dando un paso con dificultad.
Sin
pensárselo dos veces. Tom la tomó en brazos y se tambaleó un momento. Además de
alta, estaba embarazada.
La
miró y vio que sonreía débilmente. _____ se agarró a su cuello y él
redistribuyó el peso.
—¿Está
seguro de que puede conmigo?
—Usted
abra la puerta.
—Sí,
señoría —contestó _____ obedeciendo. Tom agarró la puerta con el pie y salieron
al pasillo.
—¿Dónde
vamos?
Al ver la puerta
del ascensor abierta, lo supo.
—Hay un sofá en mi despacho.
Si no le hubiera dado otra
contracción, seguro que habría protestado, pero tuvo que limitarse a cerrar los
ojos y aguantar el dolor, que le tensó el cuerpo entero.
Así llegaron a su despacho.
Aquello no iba a ser fácil. Tom
no tenía ni idea de medicina. Hacía años que no se enfriaba y lo único parecido
que había hecho en su vida había sido ayudar a su primo Bram a traer al mundo a
un potro.
Con sumo cuidado, depositó a _____
en el sofá. Volvió a intentar llamar a una ambulancia, pero no dejaba de
comunicar. Entonces, llamó a su madre. El contestador. Estaba llamando a su
hermana, cuando se quedó sin línea y no tuvo más remedio que colgar.
—¿Qué
pasa?
—No
hay línea. Debe de ser por la tormenta.
—Mi
móvil tampoco funciona. Mi hijo va a nacer aquí, ¿verdad? —preguntó nerviosa.
—Eso
me temo —contestó él—. Hay sitios peores —añadió pensando que también los había
mejores. Un hospital, una clínica, la luna.
_____
respiró seguido varias veces.
—El
profesor me ha mentido. Las respiraciones no ayudan nada —comentó echándose
hacia atrás en el sofá y examinando la situación. Iba a parir. Sentía al niño.
Qué dolor. No podía hablar con el hospital ni con su médico, pero, al menos,
estaba en un lugar seco y caliente. Y no estaba sola.
Se
puso una mano en la tripa.
—Échese
y descanse —le aconsejó Tom poniéndole una almohada bajo la cabeza.
—Hábleme
—susurró con los ojos cerrados. Al ver que él no decía nada, supuso que no sabía
qué decir—. ¿Quién ha decorado este despacho?
—Mi
hermana, mi madre y mi abuela. ¿Se nota?
_____
sonrió.
—La
almohada que le he puesto la hizo mi abuela antes de morir. Hizo una igual para
mi hermana, mi hermano y mis primos.
_____
sintió que le estaba quitando las horquillas del pelo.
—¿Qué
le parece si le quito las botas?
_____
no contestó y él le desabrochó el calzado y se lo quitó. No sabía si darle las
gracias o decirle que estaba muerta de miedo. Se tocó la tripa.
—Puedo
hacerlo —dijo. Lo repitió seis veces—. Antes, las mujeres tenían a sus hijos
en casa.
—Sí.
—Bien.
Dobló
las piernas y gritó de dolor.
—Se
va a tener que quitar algo de ropa, _____.
Ella
lo miró perpleja y se tragó el pánico.
—¿Le
importa darse la vuelta?
Él
la miró unos segundos antes de obedecer.
—No
es el momento de tener vergüenzas — dijo Tom.
—Sí, pero se supone que las
únicas personas que te ven en esta situación son los médicos y tu pareja.
Tom oyó movimientos.
—¿Cómo
se llamaba su abuela?
—¿Qué
abuela? —repitió él sin comprender.
—La
que cosió una almohada como esta a todos sus nietos.
Tom
se giró y vio que _____ no se había quitado el vestido, solo la ropa interior,
y se había tapado con el abrigo.
—Gloria Trumper Colton. Su marido, mi abuelo, murió antes de que
nacieran sus gemelos, que eran mi padre, Jorg, y su hermano, mi tío Trevor,
que murió hace tiempo. Mi abuela se encargó de criar a mis cinco primos y de
ayudarnos también a nosotros.
_____
le agarró la mano con fuerza. Tom no sabía qué hacer. En las películas, siempre
alguien hervía agua. Mojó unos pañuelos de papel en el lavabo y se los pasó
por la cara.
—¿Le
han preparado en las clases para lo que va a suceder? —le preguntó.
—Más
o menos —contestó _____ con los ojos cerrados respirando de forma pausada—. Si me
hubiera visto, diciendo que iba a tener un parto natural, sin epidural ni nada.
—Al
menos, sigue teniendo sentido del humor. Eso es bueno.
—No
pare de hablarme —le pidió _____ tras otra contracción—. Aunque parezca que no
le oigo, por favor.
—No
soy muy hablador.
—Ah.
—Bueno,
es que en casa éramos muchos y no era fácil hacerse oír.
—Yo tengo una hermana mayor y
tampoco en casa era fácil hacerse oír. ¿Cuántos hermanos tiene?
Tom le describió a sus dos
hermanos, a su hermana, a su hermano y a sus cinco primos. Sé dijo que no se
había enterado ni de la mitad, pero no importaba. Se sentó en una silla junto
al sofá. Su despacho era interior, así que no había ventanas, solo luz
artificial.
Le habló de su infancia,
cuando todo era más fácil, de sus aventuras con, Jesse, Sky y Willow. _____
respiraba tranquila.
—Nos
subimos por una escalera de mano a lo alto del establo. Allí había una ventana
y se podía salir al tejado. Todos sabíamos que lo teníamos prohibido. Eso era
parte del encanto de hacerlo. La otra mitad era la vista que había desde allí.
Nos quedamos sentados, disfrutando de nuestra aventura. Oímos a la abuela, que
nos llamaba a comer y fuimos bajando. Como yo era el mayor, bajé el último.
Olía a sopa casera y pan recién hecho.
—¿Qué
sopa era? :
Le
estaba escuchando.
—De
carne y verduras. Mi madre le estaba dando vueltas en el fuego cuando llegamos.
Mi abuela, que se había encargado de mis primos tras la muerte de sus padres,
los miró de uno en uno.
«Willow,
¿quieres tus azotes ahora o después de comer», —le preguntó echándose atrás el
pelo gris.
—Nos
quedamos todos helados. ¿Cómo lo sabía? Mi abuela, que era una mujer muy sabía,
se giró hacia mi madre y le preguntó si también nos iba a dar azotes a
nosotros.
—Como
para que se le quiten a uno las ganas de comer, ¿eh? —comentó _____. Tom negó
con la cabeza.
—Mi
madre dijo que prefería esperar a que volviera mi padre. Ninguno comimos mucho.
—¿Les
pegó su padre al llegar?
—Mi
madre no se lo contó, yo creo que nunca. Nuestro castigo fueron las seis horas de
espera.
_____
se quedó en silencio y aguantó otra contracción de casi dos minutos. Tenía la
cara empapada en sudor.
—¿Cree
que sirve de algo dar azotes a los niños? —le preguntó cuando pudo hablar.
—Normalmente, no.
—
¿Pero? — susurró ella.
—Pero,
si se suben a un tejado herrumbroso que está a una altura considerable del
suelo, desde la que si se caen se matan, entonces, sí, creo que puede ser un
buen castigo. No estoy hablando de pegarles en la cara ni de darles una
paliza, solo de unos azotes en el trasero. Mi madre no nos pegó, pero nos
amenazó con hacerlo y fue efectivo.
_____ se quedó pensativa. La
madre de Tom parecía una mujer inteligente. Aquello de «ya verás cuando llegue
tu padre a casa» debía de haber funcionado porque tampoco lo debía de haber
utilizado demasiado. Su hijo no iba a tener padre. Todo iba a ser para ella.
Prefería no pensarlo en aquellos momentos.
—Siga.
Cuénteme más cosas de su familia.
Tom Kaulitz, que nunca había sido un gran hablador,
le contó que habían vivido en muchos sitios porque su padre era militar. Le
contó que su bisabuelo, George Trumper, estaba protegido por el espíritu de un
coyote. Mientras, _____ respiraba, jadeaba, gemía y le apretaba las manos con
tal fuerza que en un par de ocasiones Tom creyó que le iba a romper algo. _____
no gritó ni una sola vez, no se iba a poner él a hacerlo.
Pronto,
las contracciones fueron seguidas y el cuerpo de _____ actuó como guiado por un
conocimiento natural.
Chicas... como no les puedo subir todos los dias... aproveche de hacerles algo largo... espero les guste el primer capi ^^ ... asi van conociendo mejor a Tom...
Me dicen si les gusta o no...
Las quiero
Bye =)
Claro q me gusta la fic!! Esta hermosaa.. Awww ya va a nacer!! Pobre Tom que situacion complicadaa..
ResponderEliminarSube ni bin puedas :D .. Me encantaa muchoo y eso q es el primer capitulo no mas hahahah..
Cuidate bye
pobre ___, ah de ser muy dificil para ella!! jajaja Tom! ya me lo imagino como juez! un juez sexi ^^ jajaja siguela! esta genial adios :)
ResponderEliminar._. Joder! va a tener a su bebe *O* junto con Tom Dx que lindo que le ayude (:
ResponderEliminarEspero que salga bien todo >< sube pronto, cuídate, Chao.
¡Hola! Me leí el capítulo y me gustó mucho :3
ResponderEliminarYo también subo un fic de Tokio Hotel, por si te interesa pasar y echarle un vistazo^^
Un beso, te sigo!
uuuu que tierno tom e leido tu fic esta rebuena siguela porfis :-D
ResponderEliminarwuuu otra genial fic... ^_^... Tom la atenderá en el parto??? O.O locura!!! *0* :3 ojala puedas subir pronto
ResponderEliminarcuídate mucho
ciao :D