viernes, 24 de mayo de 2013

"CAPITULO 3"



Pasó junto al coche de _____ y se dirigió al suyo Debía irse. Todo había terminado. Se subió al coche y encendió el motor. No sa­bía muy bien dónde ir. Tal vez, fuera la adrenali­na, pero no quería irse a casa. Decidió ir a ver a su primo Bram Kaulitz, que era el sheriff. Aparte de primos, eran grandes amigos.

Al pasar por la comisaría, pasó de largo. Deci­dió ir a ver a sus padres. Últimamente discutían mucho. Siempre que iba a verlos, la conversación acababa con su padre diciéndole «Tom, dile a tu madre que...» y su madre contestando «Tom, dile a tu padre que me hable directamente. Hasta que no lo haga, no pienso hacer caso de sus sugeren­cias...»

No, no le apetecía verlos. ¿ Entonces ?Pasó junto al polideportivo Coyote. De pronto, vio una cara de pelo cano y ojos inteligentes. Dio la vuelta y se dirigió al sureste, al rancho de su bi­sabuelo en el Lago Waurika.

 

Para ver a George Trumper había que encon­trarlo primero. Exactamente lo que Tom necesita­ba para quitarse de la cabeza a _____ Madison y a la criatura que había tenido entre sus manos.

Entró en su propiedad, que llevaba siendo de la familia desde principios del siglo XX, cuando el gobierno se había dado cuenta de que debía dar una tierra que labrar a cada comanche. Cien­to sesenta acres no era mucho, pero su bisabuelo tampoco necesitaba mucho para vivir. Tenía ga­llinas, un par de ovejas y unos cuantos caballos y perros viejos y leales.

Los elegantes zapatos con los que iba a traba­jar no eran, precisamente, lo mejor para meterse por los barrizales. Se empapó los pies y pensó que acababa de tirar doscientos dólares a la ba­sura. Al final, encontró a su bisabuelo en el lu­gar donde vio por última vez al coyote que George tenía por su espíritu guardián.

Tom tenía sangre comanche y sentía curiosi­dad por las creencias y las costumbres del pue­blo comanche, pero nunca había recibido la visi­ta de ningún espíritu guardián. Eso no quería decir que no creyera que George sí lo viera. De hecho, todo lo que su bisabuelo decía que el co­yote le contaba, ocurría.

Cuando estaban llegando a la casa, George se paró en seco y levantó una mano. Tom se paró y no dijo nada.

—El coyote me espera. Allí.

Tom miró y solo vio unos arbustos que se movían.

George escuchó atentamente.

—El lobo gris no quiere ver la verdad — anunció por fin.

George se quedó mirando a su bisnieto tanto tiempo que a Tom se le erizó el pelo de la nuca. Miró a su alrededor, pero no vio nada. No veía a ningún lobo. No sabía de qué estaba hablando George. Era imposible que se refiriera a él por­que Tom Kaulitz había entregado su vida en pos de la verdad.

—un sendero equivocado llevará al lobo al camino adecuado.

No, no hablaba de él. Él nunca se equivocaba.

—Vamos, he hecho sopa —le dio George.

Entraron en la casa en silencio y Tom se qui­tó los zapatos y los calcetines en la cocina. En lugar de preguntarle por qué no llevaba camisa, su bisabuelo le prestó una suya. Tom se la puso y se tomó un plato de sopa de verduras.

Tom siempre había visto a su bisabuelo an­ciano y joven a la vez. Había enterrado a tres mujeres, pero, sin duda, el dolor más grande de su vida había sido la muerte de su hija, la abuela de Tom. No hablaron del tema. Ambos sabían que solo el tiempo podría curar aquella herida.

Cuando comenzó a anochecer. Tom anunció que debía irse.

—Si no tienes ninguna cita, lobo solitario, quédate.

¿Una cita? Tom se rió por primera vez en ho­ras.

George encendió el televisor en blanco y ne­gro y puso las noticias. En aquel momento, a Tom se le quitaron las ganas de reírse. En la pantalla estaba _____, bellísima. La estaban en­trevistando en el hospital.

—Parece ser que el juez Tom Kaulitz la ayu­dó —estaba diciendo una periodista rubia. _____ sonrió y asintió.

—¿Y qué hacían los dos solos en el edificio? —preguntó la reportera sonriendo también.

—Bueno, yo estaba allí porque me dejé las llaves del coche dentro del coche —confesó _____—. No sé qué haría él. Supongo que traba­jar. El hecho es que fue una suerte que estuviera allí. Todo fue muy rápido. Una suerte. Así, el dolor no duró mucho. ¿Tiene usted hijos?

—Eh, no...

—Entonces, olvide lo del dolor —exclamó _____—. ¡Merece la pena! Ya lo verá. Ahora ten­go una niña preciosa.

—Volviendo al juez Kaulitz...

—¿Qué pasa con él?

—¿Cómo se portó en el parto?

—No me acuerdo muy bien. Estaba ocupada.

—¿Tomó a la niña en brazos?

_____ asintió.

—Sí, pero no mucho tiempo porque los médi­cos llegaron enseguida. Dicen que mi hija está perfectamente, que es lo importante. ¿Le he di­cho que pesa dos kilos y medio?

—Sí. ¿Ha vuelto a ver al juez Kaulitz desde el parto?

—No —contestó _____—. ¿Y usted?

—Eh, no... El juez Kaulitz está ilocalizable. ¿Cree qué la próxima vez que tenga que vérselas con él en nombre de su cliente tendrá cierto trato de favor hacia usted?

; —No, el juez Kaulitz es un hombre muy justo y prudente. Probablemente, ya se habrá olvidado de todo ésto. La que no lo va a olvidar nunca es mi madre. Ella y mi padre llegarán mañana des­de Chicago.

La niña empezó a llorar poniendo punto final a la entrevista. George apagó el televisor y se hizo el silencio. Miró a Tom.

—Si me hubieras preguntado qué había he­cho con la camisa, te lo habría dicho. George se levantó.

—Un sendero equivocado llevará al lobo al camino adecuado.

Tom sintió que se le volvía a erizar el vello de la nuca. De eso, nada. Él nunca tomaba sen­deros equivocados. Había aprendido a no hacer­lo.

Era un hombre, no un lobo. Condujo en cal­ma de vuelta a Los Angeles. No dejaba de pen­sar en _____ y en su hija, pero se dijo que ya lo conseguiría.

Al llegar a casa, se dio un ducha caliente. En vaqueros, bajó a la cocina, donde Portia, la asis­tenta, le había dejado preparada carne asada para cenar. Aquello de ayudar a traer al mundo un niño le había abierto el apetito, así que se hizo un gran emparedado. Lo puso en una bandeja y se fue a su mesa para mirar unas leyes nuevas.

Se sorprendió a sí mismo mirando a la nada. recordando lo bien que _____ había contestado a la periodista. Se preguntó qué tal estarían ella y la niña. Se dio cuenta de que aquella noche no iba a poder estudiar, así que, tras tomarse el emparedado, se vistió y salió al coche.

 
Chicas.. espero que les este gustando la ficc.. y si no es asi me avisan =) ... ya que no puedo estar subiendo todos los días... pero hoy antes de irme a estudiar alcance a subirles algo.. jajaj
Las Quiero
Bye =)

4 comentarios:

  1. hey!! esta genial!!! xD a donde va Tom?? -.-´espero que a ver a ____ xD siguela, esta muy bonita

    ResponderEliminar
  2. claro que esta buenisima!! ¿pero porque lo dejaste ahi? ¿ira a ver a Tn?? siguela lo mas pronto que puedas :D esta bonita e interesante

    ResponderEliminar
  3. Tom de seguro va al hospital!! Tiene q ir allii..
    Obvio Tamara q me encantaa mucho la fic :D
    sigyela pronnto.. Btw cuidate!!

    ResponderEliminar
  4. aaawwwv que tierno tom no deja de pensar en ninguna de las dos :-$ siguela pronto porfis ;-)

    ResponderEliminar