lunes, 8 de julio de 2013

Capitulo 16


____________ bajó al salón justo cuando Tom entraba por la puerta.

—Guau, estás estupenda, ___________ —dijo Clara cerrando el libro que estaba estudiando.

—Me ha quitado las palabras de la boca — apuntó él, que también estaba impresionante.

___________ le entregó a Alisha a Clara, le dio unas cuentas instrucciones de última hora y se despi­dió de su hija.

—Para que lo sepas, no parece que tengas una hija —le dijo Tom al abrirle la puerta del coche.

—Oh. Tom.

—Cuando dices mi nombre así, se me viene a la cabeza cierta fantasía. ¿Quieres que te la cuente?

—¿Tengo opción? —dijo ella derritiéndose. Tom se rió y ___________ pensó que últimamente se reía mucho. Todo iba a ir bien.

Tom se puso al volante y no volvió a decir nada de su fantasía, pero le habló de su padre.

—Te tengo que dar un recado de parte de mi padre. Si no te lo digo ahora, luego, no voy a po­der.

___________ sabía por qué lo decía. Lo sabía muy bien.

—Mis padres se han ido a Oklahoma a hablar con nuestros primos. Ellos tienen un rancho allí en el que llevan años recogiendo a niños huérfa­nos y madres solteras. Van a dar una fiesta cuan­do vuelvan y quieren que vayas.        

—¿Están preparando la fiesta desde Califor­nia?

—Bueno, es que a los Kaulitz se nos da mejor avanzar y cercar que retiramos.

___________ no tenía ni idea de lo que le había que­rido decir con aquello. Lo miró. ¿Cómo había podido pensar no hacía tanto tiempo que aquel hombre era duro? Si tenía una cara de lo más agradable y una boca hecha para sonreír...

—Toda la familia está encantada con tu idea.

—Me alegro —contestó ___________ nerviosa.

—Con diez millones tampoco es que se pue­da hacer nada a gran escala, pero mis padres han tenido un par de buenas ideas.

—¿Se hablan?

—Gracias a ti, sí. Si no fuera conduciendo, te daría un beso.

Si no fuera conduciendo, ___________ lo amordaza­ría para poder decirle lo que tenía que decirle.

 

Llegaron al restaurante un poco antes de lo previsto. Roberto's era un sitio rústico que esta­ba de moda. Estaba emplazado en un edificio antiguo y tenía una gran chimenea en el come­dor.

Una camarera les dijo que les estaban prepa­rando la mesa y que se podían sentar en los sofás de estilo Victoriano a esperar.

Estaban a punto de hacerlo cuando un hom­bre mayor con su esposa se dirigió a Tom.

—Me alegro de verle, senador Fitzgerald.

Tom hizo las presentaciones oportunas. ___________ había oído hablar de aquel hombre, pero no lo conocía en persona. Hadley Fitzgerald era un hombre de mirada dura que daba la mano con fuerza. Su mujer, Beatrice, era alta y tenía los ojos grises. Ambos sonreían con amabilidad.

—¿Se ha celebrado ya el juicio del hombre que prendió fuego a los juzgados? —preguntó el senador.

—Todavía, no —contestó Tom.

—Vaya —le dijo Beatrice a ___________ —. Ya están hablando de lo suyo.

___________ sonrió, pero la verdad era que le interesaba el tema.

—Lo peor no es que incendiara los juzgados —estaba diciendo Tom— sino que atacó a mi hermana Sky y a mi prima Willow. Dado el pa­rentesco, no me parece bien hacerme yo cargo del caso, así que...

—Te has retirado del caso y has pedido que se encargue otro juez —dijo el senador. ___________ se llenó de orgullo.

—Me parece una opción muy acertada. Sigue así y ese puesto en el Supremo será tuyo.

—Algún día, quizás.

—Por lo que he oído, lo tienes asegurado. Te lo has ganado. Si hubieras tenido trapos sucios que ocultar, ya habrían salido. Si quieres el pues­to, lo único que tienes que hacer es seguir así. Limpio.

—No me he apartado del caso porque quisie­ra hacer méritos para el Supremo, senador —le advirtió Tom.

Hadley Fitzgerald le dio una palmada en el hombro.

—Otra razón por la que eres perfecto para el puesto —dijo el senador mirando a ___________—. Hay hombres que tienen objetivos. Tom Kaulitz tiene aspiraciones.

___________ sintió que se le helaba la sonrisa en los labios.

En ese momento, llegó la camarera.

—¿Juez Kaulitz? Su mesa está lista.

De repente, ___________ empezó a no tenerlas todas consigo. Tom y ella se despidieron del senador y de su mujer y siguieron a la camarera.

—¿Ser juez del Supremo es la aspiración de tu vida Tom? —le preguntó con la carta abierta.

—Hadley exagera un poco.

Tom se había dado cuenta de que ___________ esta­ba nerviosa. Hadley y Beatrice Fitzgeraid ponían nerviosa a mucha gente.

—Entonces, ¿no te hundirías si tu carrera fue­ra por otros derroteros?

Tom no quería hablar de trabajo, quería que ___________ se tranquilizara y se sintiera a gusto. No había reservado en aquel restaurante para ver a personas influyentes sino porque el ambiente era sencillo y romántico. Había decidido llevarla allí porque se había dado cuenta de que nunca habían tenido una cita de verdad. Una mujer como ___________ se merecía que la trataran como a una rei­na. La había llevado a Roberto's porque nunca se había imaginado sintiendo por una mujer lo que sentía por ella.

—No me has contestado.

Tom la miró a los ojos. Tenía razón. Había muchas cosas que quería decirle y no le había dicho. No sabía por dónde empezar.

—¿Sabes qué, ___________?

 Ella negó con la cabeza.

—Tengo un par de amigos. Uno o dos. Tengo a mis hermanos, a mi hermana y a mis padres. Ten­go usos objetivos. Puede que alguno sea una aspi­ración, sí. Creo, bueno, más bien estoy seguro de que puedo mejorar el mundo. Me encanta Los Ángeles. Me encanta haberme criado aquí. Me encanta el derecho. No por el poder que te puede dar sino porque me gusta hacer que se cumplan las leyes.

—Porque te gusta proteger a las personas ino­centes.

—Sí. De repente, me encuentro en un precipi­cio que me lleva a lo que siempre he soñado. Todo está a punto de hacerse realidad.

Todo lo que deseaba y necesitaba. ___________, su hija, el puesto para el que tanto había trabajado. Lo tenía todo al alcance de la mano.

—Supongo que te imaginarás lo que te voy a decir —sonrió—. Las mujeres tenéis un sexto sentido, es verdad.

___________ se puso a juguetear con un mechón de pelo. Se iba a desmayar de un momento a otro. Estaba segura de que Tom le iba a decir que la quería, pero antes tenía que terminar de contarle su verdad.

—El senador te ha dicho algo que me ha he­cho pensar.

—¿Qué?

—Lo ha dicho antes y después de haber men­cionado el puesto en el Supremo. Te ha hablado de trapos sucios.

—Es solo una frase hecha —contestó Tom mirándola a los ojos.

___________ se mordió el labio inferior.

—Yo tengo uno —murmuró.

—¿Un qué?

—Un trapo sucio. Se trata de algo que podría hacerte daño, incluso hacer que no llegaras a cumplir tus aspiraciones.

—Imposible. Serías capaz de darle hasta tu último centavo a alguien que lo necesitara.

—Sí, pero...

—Venga, ___________. ¡Qué mal se te da mentir!

—¿Y las mentiras por omisión? —musitó.

—¿Qué pasa con ellas? —dijo Tom. ___________ se echó hacia delante.

—Llevo una semana queriendo contarte una cosa de Frank.

—¿De qué se trata?

—Y de Alisha.

Tom también se echó hacia delante.

—Creí que me habías dicho que no tenían ningún contacto.

—Así es.

—No entiendo nada.

___________ había ensayado aquello un millón de veces, pero no por ello le resultó fácil.

—No sabe que existe, Tom —confesó mirán­dolo fijamente.

Tom entornó los ojos. Puso la misma expre­sión que durante los juicios.

—¿No sabe que ha nacido?

—No, no sabe que existe. Nunca le dije que estaba embarazada —contestó ___________—. Al prin­cipio, no se lo dije a nadie. No me lo podía creer ni yo. Después de mucho pensar, decidí que de­bía contárselo. Para entonces, estaba de tres me­ses. Lo llamé, pero no estaba y le dejé un mensa­je en el contestador diciéndole que me llamara. Nunca lo hizo. Esperé otro mes y volví a inten­tarlo. Contestó una mujer. Por los ruiditos que se oían por detrás, debían de estar celebrando una fiesta muy íntima. Aquello me puso mala.

Tom se relajó y ___________ comenzó a sentirse mejor.

—Le dije que no molestara a Frankie y col­gué. Cuanto más lo pensaba, más motivos en­contraba para no decírselo. Me había dicho mu­chas veces que no quería tener hijos. Nunca. Así que pensé que sería mejor que tuviera a la niña yo sola.

Tom alargó la mano y le acarició el brazo.

—Desde el punto de visto moral, no te repro­cho nada, ___________, pero desde el legal sabes que no solo tiene derecho a saber de su existencia... También tiene una serie de responsabilidades con Alisha.

—Lo sé.

Tom se relajó por completo.

—Tienes que decírselo. No veo cómo va a afectar eso a mis aspiraciones en el Supremo...

—Hay más —lo interrumpió ___________ retirando la mano. 

—Si me vas a decir que te han detenido por robo o algo así, no me lo creo.

—No, a mí no, pero a mi marido, sí.

Apareció el camarero como salido de una lámpara mágica.

—¿Saben lo que van a pedir?

___________ deseó que fuera un genio de verdad y pudiera pedirle tres deseos.

—Lo siento, pero me temo que no me en­cuentro bien. Me parece que me voy a ir a casa.
 
Chicas.. aquí con un nuevo capi.. y bueno no les pude subir antes... como les había comentado antes... mi abuelo esta en el hospital.. y estuve todo el fin de semana con el ... asi que no me dio tiempo de subir..
Espero les guste el capi..
Las Quiero
Bye =)

3 comentarios:

  1. Hola :) soy primera xD bueno esta interesante .. Espero y estes bien de animos y veras que tu abuelito se pondra bien ... Bueno sin mas que decir me despido, adios y que estes bien ;)

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  2. las cosas estan interesantisimas!!! y no te preocupes, nosotras comprendemos, espero de todo corazon que todo este bien con tu abuelo ¡animo!

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  3. (tn) le dira la verdad a Frank!!

    Esta muy interesanteee me encantaa mucho la fic ..

    Animis Tamitha todo saldra bien cuidate :D

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