martes, 11 de junio de 2013

"CAPITULO 7"




___________ no sabía quién estaba llamando a la puerta, pero fue corriendo a abrir porque Alisha, de ocho días, estaba durmiendo en el salón y no quería que se despertara por nada del mundo.

¿Quién sería? Sus amigos estaban trabajando, sus padres en la compra y era demasiado pronto para que fuera el cartero.

Al ver a través de los cristales de la puerta la figura alta y de negro, se le disparó el corazón. Hacía una semana que no lo veía. Bueno, tampo­co era que hubiera estado contando los días, no.

Tomó aire para calmarse, se peinó con los dedos y abrió la puerta.

Al verlo, se derritió.

—Tom.

Este la miró intensamente.

—¿Qué haces aquí?

—Vengó de comer con Bram.

Fuera olía a primavera.

—¿Con Bram Kaulitz, el sheriff?

Tom pasó sin esperar a que lo invitaran y se quedó junto a la puerta.

___________ sintió que el corazón se le salía del pe­cho.

—¿Vive por aquí?

—No.

— Entonces., ¿por qué... ?

Sus ojos se encontraron, ___________ se fijó en su pelo alborotado y la corbata algo suelta. Tom se tomó su tiempo para contestar. Ninguno se mo­vió.

—He tomado un sendero equivocado.

___________ no sabía por qué Tom había apretado los labios con fuerza como si acabara de confe­sar algo de suma importancia. Cerró la puerta y, al verse la mano, se la escondió detrás de la es­palda.

—¿Qué es eso? —preguntó él.

 —Nada.

—¿Qué es? —insistió Tom acercándose.

— Ya te he dicho que nada.

___________ dio un paso atrás y se encontró con la puerta. Tom se acercó más. Estaba tan cerca de ella que ___________ no veía nada más que sus ojos.

Cuando Tom le puso la mano derecha en la cintura, ___________ sintió un escalofrío y un delicioso deseo por todo el cuerpo. Sus pechos casi le to­caban el torso. Tom acercó su cara.

Le levantó el mentón con un dedo y ___________ supo que iba a besarla.

Tenía unos cinco segundos para decidir si lo iba a permitir o no. La cuenta atrás había comen­zado.

Tom se acercaba cada vez más.
 
NO quería besar a Tom Kaulitz. Solo tenía que decírselo. No lo iba a be­sar.
Sintió que se le paraba el corazón. Los ojos de Tom eran los más soñadores que había visto nunca. Eran de un marrón intenso, llenos de se­cretos inexplorados.
Tom se acercó más.
No debía besarlo. Había muchas y variadas razones para no hacerlo.
Tom gimió de una forma muy masculina. ¿Por dónde iba ___________? Ah, sí... Había muchas y variadas razones para no besarlo...
¿No?
___________ tomó aire y aspiró su aroma a jabón, primavera y hombre. Ay, madre. Quería besar a Tom Kaulitz.
Dios mío.
Aquello no era solo querer besarlo, no, es que lo necesitaba. Dios mío. Dios mío. Dios mío.
Cerró los ojos. Aquello fue todo lo que Tom necesitó para que sus bocas se encontraran.
Su beso fue delicado y profundo, como él. ___________ sintió una punzada de deseo irreprimible. Sin dejar de disfrutar de aquel maravilloso beso, estaba atenta a los sonidos de su hija, que estaba dormida muy cerca de allí.
Aquel hombre era viril y atractivo, cariñoso y sensual. Estaba claro que se estaba controlando. Solo pensar en ello, ___________ sintió que se derretía. ¿Y qué pasaría cuando fueran más lejos?
Si es que ese momento llegaba algún día.
No podía permitir que aquello fuera a más. Ni por ella ni por él. Echó la cabeza hacia atrás y consiguió dejar de besarlo. Abrió los ojos y se lo encontró mirándola con las pupilas dilatadas. Era tan guapo que le costaba respirar.
___________ sabía que tenía las emociones a flor de piel a causa del embarazo y del parto. Había leí­do que era normal sentir ganas de llorar. No eran ganas de llorar, precisamente, lo que ella sentía, sino de flotar, de reír, de cantar y de volver a be­sarlo.            
Aquello era peligroso. ¿No se había prometido a sí misma que no se iba a dejar llevar de nuevo?
Tom se volvió a acercar y ___________ pensó que le había leído el pensamiento y que la iba a volver a besar.
—A ver qué es eso que escondes —dijo aga­rrándola de la muñeca.
¿Por eso la había besado, para desconcertarla y poder averiguar lo que escondía?
No, era imposible. Le costaba tanto respirar como a ella. Había una increíble atracción entre ellos y ___________ no era la única que la notaba.
—¿Qué es?
—Ya que insistes, es un sacaleches —contes­tó mirando el aparato.
—¿Un qué?
—Ya me has oído.
—¿Para...?
 ___________ asintió.
—Mañana tengo una cita con un cliente. Mis padres se van a quedar con la niña, pero no le gusta que la hagan esperar cuando tiene hambre.
—¿Ya lo has...?
—Todavía no. Lo iba a hacer cuando llegaste.
—Debe de doler.
—¿Y qué? Si es bueno para Alisha, lo hago.
Tom no pudo evitar mirarle los pechos. In­tentó apartar la mirada, pero no pudo. La miraba con ternura y ___________ volvió a sentir aquella sensa­ción en la boca del estómago. Se le endurecieron los pechos, pero no como cuando la había besado sino...
—Perdona... —dijo alejándose.
—¿Dónde vas?
Echó un vistazo a la niña de camino a su dor­mitorio y no contestó a la pregunta de Tom. Al final, no iba a necesitar las instrucciones de uso.
Una vez en su habitación, se sentó en la cama, se desabrochó la camisa y se puso el apa­rato. Dejó que la naturaleza hiciera el resto. Era un proceso lento, pero había que hacerlo. Deci­dió relajarse y, cómo no, se puso a pensar en el beso.
Un beso que la había arrebatado el sentido aunque se había prometido a sí misma que no iba a permitir que ningún hombre la liara. Se sentía atraída por Tom. De repente y con una fuerza incontrolada que hacía que le temblaran las rodillas. Decidió ignorar aquella atracción, controlarla hasta que se hubiera esfumado.
Por Alisha. Se debía a su hija en cuerpo y alma. No tenía padre, solo la tenía a ella. Por eso debía tomar decisiones acertadas.
Eso implicaba no sentirse atraída por Tom Kaulitz.
Cuando estaba terminando con la bomba, oyó los primeros lloriqueos de su hija. Como de cos­tumbre, no tardó mucho en estar llorando a ple­no pulmón.
Ay, madre. No había terminado.
Aquello no se podía apagar. Se levantó sin sa­ber qué hacer. De repente, la niña se calló.
Fue hacia la puerta y escuchó. Oyó la voz de Tom, susurrándole a Alisha. Abrió una rendija. NO entendía lo que le estaba diciendo, pero la niña se había callado. ___________ sintió una bonita sensación en el corazón.
—Muy bien —dijo Tom—. Ya está. Claro, así, no se llora. No hay que interrumpir a mamá.
Cuando la niña se había puesto a llorar, Tom se había muerto de miedo, pero no había tenido más remedio que acercarse a la cuna y tomarla en brazos. Inmediatamente, se había callado. No pesaba nada. Una semana antes, no había tenido jamás algo tan pequeñito en las manos. Sus her­manos, Bill y Seth, tenían dieciocho y diecinueve años y, aunque cuando nacieron él ya tenía nueve años, habían llegado al mundo casi criados, o eso decía su madre.
De repente, se encontró pensando en su ma­dre de una forma nueva. Alisha lo miraba con sus ojitos grises. Tenía una piel blanca como la nata y pelito castaño, unas orejas perfectas, una nariz como un botón y los mismos labios volu­minosos de su madre.
—Eso es —susurró—. Nosotros nos queda­mos aquí hablando y paseando mientras tu ma­dre termina.
Llevaba un pijama diminuto blanco con ositos rosas en el cuello. Era pequeña y preciosa. Adorable.
La niña no dejaba de mirarlo. ¿Se acordaría de él? Tom se puso a contarle los últimos casos que había tenido. La niña bostezó.
—¿Te aburro?
La niña se estiró y Tom se encontró riéndose. Alisha no le quitaba ojo de encima.
—Si de mayor tienes la misma mirada direc­ta, podrías ser un buen juez.
La niña parpadeó y casi sonrió.
Tom sintió que le estaba pasando algo, o le estaba dando un infarto o una mujer de apenas tres kilos le estaba robando el corazón. . Se abrió la puerta y entraron Vinnie y Vi.
—¡Hola, juez! —saludó el padre.
—¿Dónde está ___________? —preguntó la madre. Sin darle tiempo ni a contestar, se acercó y tomó a la niña en brazos con facilidad.
—¿Qué tal está mi princesa?
—Me ha sonreído —dijo Tom sin saber por qué.
—Los bebés tan pequeños no sonríen —dijo Vi.
—Me ha sonreído —repitió Tom.
—Sería un gas —apuntó Vinnie.
___________ observó la escena desde el escondite que le proporcionaba la planta del pasillo. Sintió que un lagrimón le resbalaba por la mejilla y luego otro y otro.
  Estupendo. Y ahora se ponía a llorar.
Se volvió a meter en la habitación. Desde allí, oyó a su padre hablando a Tom de lucha libre. Se fue al poco rato. ___________ se dio cuenta de que lo echaba de menos. No, de eso nada.
Le gustaba, sí, eso estaba dispuesta a admitir­lo. Le gustaba.
Le caía bien. Incluso estaba dispuesta a admitir que se sentía atraída por él. Por eso, la próxima vez que lo viera, tenía que cortar aquello de raíz.
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___________ se sentó con su cliente frente a la mesa. En el juzgado solo estaban ellos, la madre del acusado, un policía, el fiscal y el alguacil.
El juicio de aquel día era una mera formali­dad. El juez debía decidir si había suficientes pistas para seguir. Su cliente era una chico de dieciocho años, bueno, sí, un hombre ante la ley, al que acusaban de allanamiento de morada. Ha­bía sucedido en la casa de su novia, de diecisiete años. Qué coincidencia que fuera el padre de la chica quien había puesto la denuncia.
La clásica historia de Romeo y Julieta.
Como la mayoría de sus clientes, la familia de Brian Jones no tenía dinero para contratar a un abogado. Brian estaba nervioso, como si fue­ra a vomitar. ___________ sentía pena por él, pero le convenía que estuviera así porque su estado y el as en la manga que tenía podía beneficiarlos.
    —¡En pie! —anunció el alguacil.
___________ obedeció y vio entrar al juez Tom Kaulitz. Los preliminares se sucedieron rápida­mente. Se leyó el número del caso y las acusa­ciones. El juez preguntó al abogado del deman­dante si tenía algo que decir y el aludido dijo que no.
Tom asintió y se dirigió a ella.
—¿Señora Madison?
—Sí, una cosa, señoría —contestó ella po­niéndose en pie—. A mi cliente no le leyeron sus derechos en el momento de la detención.
El otro abogado dio un respingo y se levantó. Tom lo miró con dureza. Todos sabían que no toleraba salidas de tono.
—¿Tiene pruebas?
—Sí, señoría.
—¿Qué pruebas? —exclamó el abogado del demandante.
Tom volvió a mirarlo.
—Las tengo aquí, señoría —dijo ___________ con calma—. ¿Puedo acercarme al estrado?
Tom hizo una señal a ambos abogados para que se acercaran. ___________ así lo hizo con un docu­mento en la mano.
—El agente de policía que lo detuvo está hoy en la sala y los otros dos testigos que han firma­do la declaración están dispuestos a testificar también —le informó.
Tom leyó el documento y, mientras el agente narraba lo ocurrido, no pudo evitar quedarse mi­rando los pechos de ___________.
Furioso consigo mismo, apretó los labios y ordenó que ambos abogados se sentaran.
—¡Caso desestimado! —anunció levantándo­se—. Diez minutos —le dijo al alguacil antes de cerrar la puerta casi de un portazo.
¿Qué le había ocurrido? No había sido deseo sino algo relacionado, más bien, con pechos, sacaleches y patuquitos. No había vuelto a ser el mismo desde que había ayudado a la hija de ___________ a venir al mundo y no sabía qué hacer.
Llamaron a la puerta y entró ___________.
—Tenemos que hablar —le dijo.
—¿De qué?
Por un momento, creyó que lo había pillado mirándole los pechos, pero no podía ser porque estaba más nerviosa que enfadada.
—De... ayer.
—¿Qué pasa?
___________ no era una mujer que se quedara sin pa­labras, pero se encontró que no sabía qué decir. ¿Es que no quería entenderlo o qué? Tom tenía otro caso y ella tenía que volver a casa cuanto antes para ocuparse de su hija, así que se lo tenía que decir cuanto antes.
—Tenemos que hablar del beso.
Tom se quedó mirándola fijamente. No, no quería entenderlo.
—Besarnos es... —dijo mojándose los labios. Aquel movimiento le valió toda su aten­ción—. No es...
—¿Sí?
—No es una buena idea —concluyó ___________ viendo que no había rencor en sus ojos.
—¿Cuál de las dos?
—¿Cómo?
—¿Es o no es una buena idea?
—No lo es.
—No estoy de acuerdo.           
 ¿Había dado Tom un paso al frente?
—Pero...
¿O había sido ella?
—¿Por qué no estás de acuerdo?
—Porque no. De hecho, quiero repetir.
—No puedes.
—Ya lo sé.
La estancia estaba completamente en silen­cio.
—Estamos trabajando.
—Eso también lo sé.
___________ se cruzó de brazos.
—No he dicho que lo fuera a hacer sino que quiero hacerlo —dijo él con voz ronca.
—Tenemos que trabajar juntos —dijo ella con voz todavía más grave. Qué Dios la ayudara.
—¿Me estás diciendo que nos tenemos que olvidar del beso de ayer?
___________ suspiró.
—Sí.
    —¿Tú puedes?
Tom tragó saliva.
—Yo, no creo. La verdad es que estoy seguro de que no.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Porque —contestó mirándola a los ojos— lo he intentado.
___________ sintió una descarga eléctrica.
—Te equivocas.
—¿Yo? —dijo Tom. Hacía años que nadie le decía que estaba equivocado.
—Sí.
—¿En qué estás pensando?
 Algo le dijo que lo que iba a contestar ___________ no le iba a gustar.
—Le he estado dando muchas vueltas. Eres un hombre maravilloso. Lo que hiciste por Alisha y por mí... No tengo palabras para darte las gracias —dijo levantando una mano—. Ya sé que no quieres que te las dé, lo que me remite a los hechos y el hecho es que no me convienes.
__________ esperó a que contestara. Como no lo hizo, se giró y se fue.
Tom no pudo hacer lo mismo. Tenía unos cuantos casos que atender. Se paseó unos minu­tos por su despacho recordando la conversación. ___________ había estado pensando sobre el beso y ha­bía llegado a la conclusión de que no le conve­nía. No podía tener más razón.
Se tomó un vaso de agua y se lavó las manos.
Tal vez ahora que se había acabado lo que habían compartido pudiera concentrarse.
 
 
CHICAS....sorry por no haber subido antes....pero no tenia tiempo..
Y la verdad estoy pensando si seguir o no la ficc... o sino tratar de terminarla lo antes posible.. ya que no me convencio mucho... pero no se preocupen .. ya que quiero empezar a subir otra ficc ^^ por eso quiero terminar pronto esta... ahí ustedes me dicen que piensan =)
Y espero que les guste el capi.. lo hize largo.. ya que e sido mala por no poder subirles seguido ajjaa
Se cuidan
Las Quiero
Bye =)
 
 


2 comentarios:

  1. Hey! Porque la quieres terminar si a mi me gusta u.u pero bueno! Es tu decision ... Siguela esta muy bonita adios

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  2. Noo Tamithaa no la dejes. A mi me encantaaa!! Es hermosaaa!!
    Es emocionante las situaciones q pasan..

    Siguelsa prontoo.. Okis cuidaye bye :D

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